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El Vitor en honor a San Pedro Bautista de San Esteban del Valle

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El fin de semana pasado se celebraron en San Esteban del Valle las fiestas en honor a San Pedro Bautista, en las que el acto principal es el Vítor, que tuvo lugar la noche del 5 de febrero. Este próximo fin de semana, continúan las fiestas que, entre otros actos, volverán a realizar el tradicional Vítor, con su procesión de jinetes y antorchas, el beso a la Santa Cabeza, la Solemne Misa y la subasta de Banzos.

Programa de las fiestas de febrero de 2012

En San Esteban del Valle, nació a mediados del siglo XVI el que luego, en 1862, iba a ser canonizado por el Papa Pío IX como San Pedro Bautista, perteneciente a la orden de Frailes Menores del Seráfico San Francisco y que murió en 1597 tras sufrir martirio en Nagasaki, junto a otros veinticinco hermanos de la orden franciscana.

San Pedro Bautista

Es por esta razón por la que en San Esteban del Valle celebran tradicionalmente desde el siglo XVII «El Vítor», fiestas patronales en honor al Santo cada 5 y 11 de febrero, conmemorando su martirio y la llegada de la Santa Cabeza a su pueblo natal, procedente del convento de las Concepcionistas de Toro (Zamora) en 1891.

La Santa Cabeza
La Santa Cabeza

Una estatua del santo situada en el jardín de Cuatro Caminos, obra del escultor Genaro Lázaro Gumiel, que la realizó en 1944 esculpida en bronce, se yergue abrazando la cruz y las lanzas con las que sufrió martirio. Estuvo rodeada por una verja de hierro, en la que se reproducían los 25 mártires de Nagasaki.

La Capilla del Santo
La Capilla del Santo

La Capilla del Santo está emplazada en el centro del pueblo, en el mismo lugar  de la que fuera  su casa natal. Fue hecha con la aportación de los vecinos y se concluyó en 1682  en estilo neoclásico. Está construida en piedra silleria y su planta es rectangular. Tiene portada con arco de medio punto, enmarcado con columnas dóricas y corintias que terminan en pináculos de piedra labrada. Está rematada por doble cornisa y tímpano.

Iglesia de San Esteban del Valle
Iglesia de San Esteban del Valle

Su iglesia de estilo gótico isabelino del siglo XV con su fachada principal del XVI, de estilo renacentista, fue declarada en el año 1982 de interés histórico artístico. Posee cuatro altares en su interior dedicados a San Esteban, a la Virgen del Rosario, a la Virgen del Carmen y a San Pedro Bautista, conservándose la gran pila bautismal donde el santo fue bautizado. El órgano es de 1796. Un pequeño jardín denominado el cotanito, rodea la iglesia.

El Pilón de San Esteban del Valle
El Pilón de San Esteban del Valle

El Pilón está situado en la Plaza Mayor sobre una plataforma escalonada. Es de forma octogonal. y tiene dos caños que salen de una gruesa esfera de granito, sujeta por un pilar octogonal y coronada con columna dórica y pináculo con bola. La primera noticia de su existencia data de 1532, aunque su fisonomía actual parece ser de 1790.

EL VÍTOR

Acompañantes en el Vítor con antorchas
Acompañantes en el Vítor con antorchas

El origen de esta singular procesión se remonta a 1601, con la llegada de Fray Juan Pobre, (testigo presencial del martirio) a San Esteban del Valle, ensalzando la figura del Santo. Tanto júbilo despertó que tuvo que recorrer las calles del pueblo contando el martirio y sus circunstancias. A partir de la beatificación de Pedro Bautista en 1627 se celebra el VÍTOR como actualmente lo conocemos.

Acompañantes en el Vítor con antorchas
Acompañantes en el Vítor con antorchas

Los vítores que se declaman son tres:  «Vítor a Nuestro Santo», «Vítor a San Pedro Bautista» y «Vítor a la Santa Cabeza».

» El Vítor es la expresión,
que a entusiasmo febril toca,
y lo pronuncia la boca
cual lo siente el corazón.
Por eso en esta función
al anochecer, sin lista,
nos reunimos en la pista
que el Santo recorrió antes
exclamando delirantes:
¡VÍTOR SAN PEDRO BAUTISTA!»
Vítor de San Esteban del Valle
Vítor de San Esteban del Valle

Al anochecer de los días 5 y 11 de Febrero, y 7 y 8 de Julio se reúnen, a la llamada de las campanas de la capilla e iglesia, en la Plaza del Santo una singular procesión de jinetes seguidos de una multitud a pie, ataviados todos ellos con un pañuelo rojo en la cabeza e iluminados con antorchas.

La procesión está presidida por un estandarte con la imagen del Santo,(el VÍTOR), portada por «el que echa el VÍTOR», que se parará en las calles, plazas (iluminadas con teas) y casa de los mayordomos para recitar las décimas a las que se responde con atronadores vítores.

El Vítor
El Vítor o estandarte que preside la procesión

Una vez llegada la comitiva al Pilón, se recibe la bendición del sacerdote, es entonces cuando los corceles inician una veloz carrera hacia la iglesia por una estrecha y empinada calle a cuyos lados se dispone el gentío. Una vez llegados a la iglesia se recitan más décimas en medio de un sobrecogedor silencio y se va a la puerta del cementerio donde se recordará a los antepasados de los asistentes.

Jinetes
Los jinetes subiendo la cuesta hasta la iglesia

Desde aquí la procesión va a la capilla (en las fiestas del invierno) o a la casa de los mayordomos (en las fiestas del verano) para clavar el Vítor en subasta pública, preguntando ¿ Hay algún devoto que ofrezca algo por clavar el Vítor?, a lo que se contesta » No te aceleres que no está nevando » (para indicar que no tenga prisa). «A la una y dan… «; a lo que el pueblo replica: » Si es forastero no vale » (recordando  que es condición indispensable para clavar el Vítor el haber sido bautizado en la misma pila de San Pedro Bautista). «A las dos y dan…»; respondiendo: » Si es del pueblo bueno es «. » Y a las tres …..»; «Que le clave el que sea «.

Una vez adjudicada la subasta se recitan más décimas y se dan todo tipo de vivas, al Santo al Vítor, a la Santa Cabeza, al que echa el Vítor, a las monjitas de Zamora, a los que están presentes, a los ausentes, a los forasteros y al que va a clavar el Vítor.

Una estrofa de uno de los himnos que se cantan entre las décimas es:

Gloria, gloria a San Pedro Bautista,
de Castilla hermosísima flor,
diplomático ilustre de España,
protomártir de Cristo en Japón.    
Jinetes
Jinetes

El fuego y olor de las teas y antorchas, el repicar de las campanas, la música, la luz, los silencios, las chispas de las herraduras, hacen de esta función que adquiera tintes mágicos en muchos momentos.

Esta fiesta de el VÍTOR fue declarada de Interés Turístico Regional el 28 de Febrero de 1.991 por la Junta de Castilla y León.

Las fiestas del 7 y 8 de Julio celebran la inauguración de la Ermita del Santo en 1682.

VITOOOORRRRR

Lista y perfil de los 26 mártires

Imagen de los 26 mártires de la Capilla del Santo
Imagen de los 26 mártires de la Capilla del Santo
  1. San Francisco, el carpintero de Kioto, porfiado, fiel, que siguió a los otros hasta conseguir ser agregado a ellos. «Adaucto» lo llaman algunas de las crónicas, recordando un hecho parecido de la historia de la iglesia primitiva.
  2. San Cosme Takeya, el forjador de espadas, natural de Owari, bautizado por los jesuitas y catequista de los franciscanos con quienes trabajaba en Osaka.
  3. San Pedro Sukejiro, el joven de Kioto, enviado por el Padre Organtino para que socorriese a los Mártires durante su peregrinación. Su servicio abnegado le valió el ser añadido al grupo.
  4. San Miguel Kozaki, de cuarenta y seis años, fabricante de arcos y flechas, natural de la provincia de Ise. Era ya cristiano cuando llegaron los frailes y puso a su servicio sus conocimientos de carpintero, ayudándoles a construir las iglesias deKioto y Osaka. Y les dio algo que valía más aún: su hijo Tomás.
  5. San Diego Kisai, el hermano Coadjutor devoto de la Pasión del Señor, con sus sesenta y cuatro años, su vida trabajada y su alma serena. Era natural de Okayama, y tenía a su cargo el atender a los huéspedes en la casa de los jesuitas de Osaka.
  6. San Pablo Miki, del reino de Tsunokuni, hijo del valiente capitán Handayu Miki. Educado desde niño en el Seminario de Azuchi y Takatsuki, había seguido en su vida de jesuita todas las vicisitudes de la Iglesia japonesa. Amó con pasión su vida apostólica. Estaba ya muy cerca de su sacerdocio. Era el mejor predicador que había en Japón; solo enmudeció cuando las lanzas rompieron su corazón de treinta y tres años.
  7. San Pablo Ibaraki, de Owari; fue samurái en su juventud. Bautizado por los jesuitas conoció la lucha de la tentación contra la fe y también la paz del alma, que alcanzó en sus últimos años a la sombra del convento de Nuestra Señora de los Ángeles, de Kioto. Vivía pobremente con su familia de las ganancias de la fabricación del vino de arroz, y ayudaba a otros más pobres que él. Y también predicaba a Cristo.
  8. San Juan de Gotoo, con sus diecinueve años inmaculados y alegres, con su corta vida bien llena en el servicio de Dios. Natural de las islas de Gotoo, hijo de padres cristianos, se educó con los jesuitas en Nagasaki y luego en el colegio que éstos pusieron en Shiki (Amakusa) para sus catequistas músicos y pintores. De allí fue a Osaka donde trabajó con el Padre Morejón hasta que Dios le ofreció la corona.
  9. San Luis Ibaraki, el benjamín de los Mártires, doce años, de Owari, sobrino de los Mártires Pablo Ibaraki y León Karasumaro. El niño que reía y cantaba cuando le cortaban la oreja y en el camino y en lo alto de la cruz; que rechazaba con energía varonil las insinuantes invitaciones a la apostasía. «Aquí va Luisillo, con tanto ánimo y esfuerzo que pone admiración a todos», había escrito la víspera de su muerte San Francisco Blanco.
  10. San Antonio Deynan, de Nagasaki, cándido corazón de trece años, hijo de padre chino y de madre japonesa, educado primero en el colegio de los jesuitas de Nagasaki y luego en el convento franciscano de Kioto. Vence al pie de la cruz la mayor tentación, las lágrimas de su madre. Luego muere cantando.
  11. San Pedro Bautista, Embajador de España, comisario de los franciscanos, padre de los pobres leprosos, capitán de Mártires. Desde San Esteban del Valle (Ávila) hasta la colina Nishizaka su vida de cuarenta y ocho años tiene demasiadas páginas de trabajo y santidad para poder resumirla aquí.
  12. San Martín de la Ascensión, de Guipúzcoa, treinta años. Dicen que su pureza era muy grande, tal vez por eso cantaba tanto. A pie se fue hasta Sevilla cuando recibió la orden de partir para Filipinas, y en el viejo convento de la plaza de San Francisco se repartía con un compañero las horas de la noche para llenarlas de oración. Su apostolado en Japón, en Osaka, fue breve, su muerte espléndida.
  13. San Felipe de Jesús, o de las Casas, veinticuatro años, de México. Plata buena cincelada por Dios. Su vida joven fue una encrucijada de caminos, un choque de voluntades. Luchan brazo a brazo Cristo y Felipe. Conquistado en esa lucha, Felipe siente el apremio de rescatar el tiempo perdido, es el primero en morir.
  14. San Gonzalo García, cuarenta años, nacido en el lejano ‘dom’ Bazain, (Vasei) de padre portugués y madre india. Catequista de los jesuitas, mercader en Macao, lego franciscano. El brazo derecho de San Pedro Bautista. Tartamudea al hablarportugués y se enfrenta en fluido japonés con el señor de Japón. Es el patrono de la diócesis de Bombay, India.
  15. San Francisco Blanco, el gallego de Monterrey (Orense), compañero de San Martín de la Ascensión y semejante a él hasta en el irse andando a Sevilla. Hombre pacífico, silencioso, de clara inteligencia.
  16. San Francisco de San Miguel, cincuenta y tres años, de La Parrilla (Valladolid). Yo quisiera decir muchas cosas de él, ya que fue tan callado en su vida. «Viendo su buen espíritu y fuerzas corporales y poca malicia, le dieron hábito para fraile lego.» ¡Qué cosas dicen las viejas crónicas! También las decía él: Aquella su típica frase: «Mañana tañerán a comer», cuando querían hacerlo desistir de sus ayunos; aquel gustarle aspirar «los vientos japónicos», cuando estaba en Manila,Filipinas. Y luego su noche oscura en la misión, cuando se imagina que es inútil allí y le vienen deseos de volverse a Filipinas. Su muerte, como su vida, silenciosa.
  17. San Matías; no sabemos su edad, ni su ciudad natal, ni la fecha de su bautismo. Solo sabemos el nombre y el rasgo con que alcanzó el martirio. Buscaban los soldados a otro Matías; éste se ofreció en su lugar, los soldados lo aceptaron; Dios también.
  18. San León Karasumaru, de Owari, hermano menor de San Pablo Ibaraki. Fue bonzo budista en su juventud. Ganado para Cristo por un jesuita japonés, su vida fue siempre modelo de fervor. Cuando llegaron los franciscanos, él fue su principal apoyo. En la construcción de las iglesias, la adquisición de los terrenos o la dirección de los hospitales, siempre podían contar con León. Catequista celoso, hombre de oración, figura en la historia del martirio como la cabeza del grupo de mártires seglares.
  19. San Ventura: su vida joven lleva el sello de los caminos misteriosos de Dios. Bautizado muy niño, pierde a su madre a los pocos años; viene una madrastra pagana y Ventura es confiado a un monasterio de bonzos. Un día descubre que está bautizado, busca y en el convento franciscano de Kioto, su ciudad natal, encuentra la paz del alma. Pidiendo por la perseverancia de su padre y la conversión de su madrastra, camina hacia la cruz.
  20. Santo Tomás Kozaki: bajo apariencias un tanto rudas, su corazón de catorce años es bello como las perlas de Ise, su patria. Ya cristiano entra con su padre en el círculo franciscano. Con los frailes se queda a vivir en el convento de Osaka. Carácter recto, decidido, realiza su entrega con una sinceridad sin sombra. La carta de despedida que escribe a su madre desde el castillo de Mihara, es una de las joyas que esmaltan la ruta de los veintiséis Mártires.
  21. San Joaquín Sakakibara, cuarenta años, de Osaka. Bautizado por un catequista cuando se hallaba gravemente enfermo, muestra luego su agradecimiento por el don del bautismo ayudando a construir el convento franciscano de Osaka, donde trabaja después como cocinero. Su carácter colérico se suaviza, se hace humilde, servicial. Y de su cocina lo saca Dios para llevarlo a los altares.
  22. San Francisco, el médico apóstol, natural de Kioto, de cuarenta y ocho años. Todavía pagano llevó durante cuatro años un rosario que había pertenecido a Francisco Otomo, el daimy? de Bungo. Tocado de la gracia, llega al convento de los franciscanos. Una vez bautizado y después de convertir a su mujer, pasa la vida al lado del convento curando gratis a los pobres, llevando la luz a las almas.
  23. Santo Tomás Dangui, el farmacéutico de carácter terrible, trocado por la gracia en bondadoso catequista. Cristiano antiguo de Kioto, trasladó su tiendecilla al lado del convento de Nuestra Señora de los Ángeles. Vivía de la venta de sus medicinas y enseñaba a otros el camino del cielo.
  24. San Juan Kinuya, veintiocho años, de Kioto. Fabricaba y vendía tejidos de seda. Bautizado hacía poco por los misioneros franciscanos, se fue a vivir cerca de ellos. En sus tejidos suaves, de vivos colores, iban entreveradas muchas oraciones y mucho amor. Y a Dios le agradó aquella vida de oración y trabajo.
  25. San Gabriel, natural de Ise. Otra vida joven, diecinueve años, alegremente inmolada. Deja el servicio de un alto oficial de Kioto por el de la casa de Dios. Convertido por Fray Gonzalo, supo caminar rápido, sorteando los obstáculos que se oponían a su paso. Era catequista.
  26. San Pablo Suzuki, cuarenta y nueve años, de Owari. Al horde mismo de la colina, para que su palabra ardiente, apostólica, pueda volar con libertad. Habían pasado trece años desde que recibió el bautismo. La fogosidad de su carácter, atestiguada por cicatrices en su cuerpo, se transformó en celo, y fue de los mejores catequistas de los franciscanos, el encargado del hospital de San José, de Kioto.
San Pedro Bautista
San Pedro Bautista

Aquí se puede ver un pequeño resumen de los actos de ese día en San Esteban del Valle.

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