Todos los años, los gurús del marketing consiguen poner de moda algún término de tal forma que todo el mundo lo acaba usando para todo independientemente de su significado real.
Recordemos el famoso término “turbo” que se puso de moda hace ya algunos años y que se asociaba con poder, potencia, velocidad y el mensaje que se transmitía era el de avance y modernidad aunque el uso de los ingenios dotados de un mecanismo “turbo” se remonte a los tiempos y diseños de Leonardo Da Vinci.
En aquella época -no tan lejana- todo producto tecnológico que se preciara tenía que ser turbo, los coches tenían que ser turbo, si un ordenador no tenía un botón que pusiera turbo era una antigualla, las batidoras turbo –por supuesto-, las cafeteras, las cuchillas de afeitar, el ColaCao, el café soluble…en definitiva todo aquello que para estar en sintonía con la modernidad tenía que ser súper rápido.
Dictado por quienes mueven a las masas creándoles necesidades que no tienen para venderles lo que no necesitan, los objetos turbo eran indispensables para atender el implacable avance de la acelerada super-humanidad.
Volviendo al inicio de estas líneas, todos los años, todas las épocas, incluso las modas sociales requieren una palabreja. Yo no sé si será la palabreja que más se maneja ahora ya que es posible que otras palabrejas como corrupción le hayan tomado la delantera, pero yo creo que sigue siendo la primera. Estoy hablando de la palabra solidaridad.
La palabra solidaridad ha estado siempre en el vocabulario de la política sindicalista, ha sido compañera de políticas socialistas, casi sinónimo de libertad en muchas revoluciones en incluso el nombre de un partido político polaco que organizó una buena ¿Recuerdan a Lech Walesa? ¿Recuerdan Solidarnosc?
Creo que solidaridad se ha puesto de moda como se puso de moda “turbo” hace años. Ahora la palabra solidaridad está en boca de todos. Vayas por donde vayas todo es solidario, malentendido pero solidario. Y para estar a la última hay que ser solidario y trabajar en causas solidarias. ¿De qué?, no sé, pero como son solidarias serán buenas.
Solidaridad se puede definir como la empatía que experimentan las personas por las causas o empresas de otras personas y que les lleva a realizar acciones en favor de estas. Así sucede cuando los ciudadanos se manifiestan públicamente por defender los derechos de un colectivo.
Hasta mediados del siglo XX y aún más recientemente, hablar de solidaridad en el discurso ideológico implicaba referirse a una causa común, a intereses compartidos, y al apoyo mutuo que se deben unos grupos y organizaciones con otros grupos y organizaciones, en las luchas sociales y políticas que emprenden.
Especialmente en la primera mitad del siglo XX, cuando se invocaba la solidaridad en el seno de los movimientos obreros, se entendía «solidaridad de clase», asumiendo la palabra un fuerte contenido combativo. Al menos hasta fines de la década de los setenta el término se reservaba para expresar la unión y mutuo apoyo de unos gremios y sindicatos con otros, cuando emprendían acciones de reivindicación y lucha social.
El borreguismo en cambio, se define como la actitud de quien, sin criterio propio, se deja llevar por las opiniones ajenas y actúa como si las comprendiera e incluso como si fueran suyas.
Se supone que hay una gran diferencia entre solidaridad y borreguismo pero me temo que no hay tanta, sobre todo por aquello de “sin criterio propio”.
Estamos en un momento en el que los medios de comunicación dictaminan el pensamiento, Facebook es poco más o menos que la biblia, Youtube una bola de cristal donde podemos verlo todo, los móviles tienen línea directa con el mismísimo Dios, y lo que no aparezca en Internet es que simplemente no existe. El juicio o la razón han quedado exiliados por completo.
En los tiempos actuales estamos sometidos a una cantidad ingente de información. Lo que prima en la comunicación es la inmediatez y esto provoca que simplemente por cuestión de tiempo, casi nadie coteje informaciones o compruebe la veracidad de una noticia. Simplemente se reenvía y difunde. Ya habrá tiempo más tarde de rectificar.
De esta forma, los borregos nos tomamos la información como si fuera un dogma de fe. Es increíble las auténticas barbaridades que se pueden leer y sobre todo ver en algunos medios de comunicación que se dan por buenas simplemente porque sí.
Así prospera el borreguismo, que como hemos dicho antes, consiste dejarse llevar sin tener criterio propio por la opinión de los demás
Es lamentable es ver como miles de personas se movilizan por causas que ignoran, por causas que no entienden. Personas que se pelean entre ellas sin saber porqué y se exaltan sin tener un objetivo claro a alcanzar. Vaya herramienta de control de masas ¿verdad?
Comentaré un caso del 2012 para no entrar a trapos actuales,
¿Se acuerdan de la Marcha Negra a Madrid? Hubo una gran marcha de mineros y una gran manifestación de solidaridad con ellos, se iban a cerrar instalaciones mineras y por tanto se iban a perder muchos puestos de trabajo. Solidaridad con los mineros. Solidaridad de miras cortas, solidaridad a corto plazo. ¿Solidaridad o borreguismo?
Preguntando a gente muy solidarizada con este asunto descubrí que ignoraban el fondo de la cuestión. No conocían hasta qué punto la industria española del carbón no era (no es) rentable desde hace décadas y por tanto condenada a desaparecer porque no se sostiene económicamente.
El carbón español es de muy mala calidad, muy contaminante y mucho más caro que el procedente de otros países. Es por ello que la UE en 2010 determinó que las instalaciones mineras que tuvieran costes de explotación superiores a los ingresos recibirían ayudas con la obligación de cesar su actividad entre 2014 y 2018.
Es totalmente inviable para cualquier país estar manteniendo un sector que produce tan enormes pérdidas de manera constante, principalmente porque ese despilfarro lo pagamos todos los españoles. Si, todos. También esos que solidariamente se manifiestan.
Estamos de acuerdo en que es terrible que muchas personas pierdan su trabajo, pero es mucho más lógico transformar la industria, indemnizar, pagar las prestaciones de estas personas e inventar mecanismos para que se generen otros puestos de trabajo que mantener una industria que genera pérdidas tan grandes que con toda seguridad terminarán arrastrando a la ruina a otras actividades o simplemente provocando un vaciado preocupante de la caja de la pasta pública.
Esto es sólo un ejemplo, pero se puede aplicar (extrapolar sería la palabra correcta) a casi cualquier otra manifestación o movilización social de las muchas que hemos presenciado en los últimos años y que seguimos presenciando en la actualidad.
Reformas educativas, laborales, energéticas, fiscales… todas ellas polémicas y conflictivas pero también manipuladas por intereses de unos y otros que son capaces de cambiar la opinión (que no el criterio) de la gente modificando casi imperceptiblemente la noticia.
Con todo este rollo, lo que quiero decir es que la solidaridad que se ha puesto tan de moda en estos tiempos es en gran medida fruto de la manipulación por determinados medios o sectores que se han dado cuenta del creciente borreguismo que se está desbocando apoyado por el poder de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.
Es posible que los políticos no sean capaces de hacerse entender o de hacer llegar su mensaje claramente y también es posible que haya algunos medios de comunicación que carezcan de objetividad. Pero precisamente por eso hay que realizar un esfuerzo por leer, estudiar y comprender las medidas o reformas para crearse después un criterio propio basado en el conocimiento y no en lo que nos han contado, lo que se comenta en el bar o lo que hemos leído en el Facebook.
Sólo así podremos hablar de auténtica solidaridad y no borreguismo.
Posiblemente, como consecuencia, dejemos de ver tanta manifestación absurda y perjudicial para el país y empecemos a ver manifestaciones más efectivas e inteligentes.
Posiblemente nos encontremos con que un día dejemos de protestar en la barra del bar.
Posiblemente un día protestemos solidariamente donde se debe protestar.
Posiblemente un día dejemos de ser tan borregos
Fco. J. Huerta (2015)