Los quintos, ataviados de blanco, con un felpudo y cencerros a la espalda y un gorro con cintas de seda de diferentes colores, son los Zarramaches y persiguen a los crios por las calles de Casavieja.

El día 3 de Febrero se celebra en Casavieja San Blas, con sus característicos ZARRAMACHES. Se dice que los vaqueros se vestían de esta forma: con unos pantalones y unas camisas largas, a la manera de casaca, de color blanco, con un felpudo a la espalda y a la cintura un cinturón de cencerros que suenan con el movimiento. En la cabeza un gorro, con la forma de un cucurucho, parecido al de los Nazarenos de Semana Santa, del que pendían unas cintas de seda de diferentes colores y que solamente dejaban al descubierto los ojos para que así no les conocieran. En una mano llevaban una naranja y en la otra, una vara de mimbre. El motivo era ofrecer la naranja a los niños y al cogerla les sacudían en las manos con las flexibles varas. Solían ir a casa de los amos a pedir un chorizo para comérsele ese día.
Los empleados y concejales del Ayuntamiento se reúnen, también ese día, para comer otra vez todos juntos, pero esta vez pagan a escote, es decir, cada uno lo suyo.
Un refrán muy conocido de este día es:
Por S. Blas
La cigüeña verás
Y si no la vieres
Año de nieves.
Se trata de una costumbre muy arraigada, cuyo origen se desconoce y que desde hace tres décadas aproximadamente protagonizan los quintos de Casavieja.
Con anterioridad, eran los vaqueros y pastores de la localidad quienes se disfrazaban de zarramaches, pero la progresiva desaparición de las explotaciones ganaderas hizo que pasaran el testigo a los quintos, quienes han recorrido las calles más céntricas del pueblo persiguiendo a los chavales.
Previamente, los quintos se han ataviado en el Salón de Plenos del Ayuntamiento con el disfraz típico, integrado por una vestimenta de color blanco -pantalón y camisola con puntilla-, sombrero cónico con escarapelas, un felpudo de esparto situado en la espalda y un cinturón con varios cencerros que alertan de su presencia.
Una vez concluida la ceremonia que convierte a los quintos en zarramaches, los protagonistas de la tradición toman en su mano izquierda una naranja que ofrecen a los chavales de Casavieja, mientras en la derecha llevan la vara de mimbre con la que tratan de golpearles mientras corren detrás de ellos.
A media mañana decenas de niños ya esperaban a las puertas del Consistorio la salida de los dos zarramaches, a los que han incitado para protagonizar largas carreras por las empinadas calles del casco histórico de la localidad.
Según la costumbre, los jóvenes del pueblo también llevan en sus manos naranjas recogidas en esta zona conocida como «Andalucía de Ávila», para arrojarlas contra los zarramaches, aunque esta mañana no se han visto este tipo de escenas.
Los dos primeros mozos disfrazados de zarramaches han sido sustituidos por otros dos compañeros, ya que el esfuerzo de llevar los pesados cencerros, unido a las continuas carreras a las que han sido sometidos por los más pequeños del pueblo hacen necesarios los relevos a lo largo de la jornada.
Mientras se han producido este tipo de escenas, los mayores de Casavieja han asistido a la repetición de esta costumbre que ellos mismos protagonizaron de pequeños, cuando los zarramaches eran más contundentes con sus varas.
Las carreras matinales se han visto interrumpidas al mediodía por la misa en la iglesia del pueblo para conmemorar la festividad de San Blas, aunque después las han retomado antes de la hora de comer.
El alcalde de la localidad ha dicho desconocer el origen de los zarramaches, a la vez que orgulloso del esfuerzo de su pueblo por mantener este tipo de tradiciones transmitidas por sus mayores de generación en generación, junto a otras como las zambombadas que tienen lugar en Navidad o los carnavales.
Galería de fotos de Carlos González Jiménez sobre los Zarramaches:
Hemos recibido el siguiente comentario sobre «Los Zarramaches de Casavieja:
Viví desde los 6 a los 10 años en Casavieja (1940-1946) y hoy, reecordándolo, busqué en Internet sobre los Zarramaches.
He visto que mantienen la tradición, lo que me alegra, aunque creo que «modernizada».
Porque en mi lejano recuerdo, los Zarramaches entraban por la parte alta del pueblo, vestían zamarras, hechas con pieles y, creo, zajones o sea como pantalones de piel. El capirucho no recuerdo, pero debía estar hecho con elementos vegetales y portaban en la parte posterior de la cintura varios cencerros, más de tres. Llevaban una larga vara de mimbre, con la que nos alejaban a los niños, que correteábamos a su alrededor.
Esta es la imagen que tengo.
Creo que pastores en aquellos años de pobreza y de miseria, (donde la mayoría de los niños y mujeres iban descalzos y los hombres con abarcas -yo hice la Primera Comunión con unas alpargatas negras blanqueadas con cal por mi madre-), digo, los pastores, más pobres, no podian llevar pantalones blancos, ni camisas con encajes, (y no había alpargatas blancas).
Espero haber aclarado algo sobre esa tradición que, aún hoy, me resulta agradable recordar.
Y lo someto a la corrección de los supervivientes de aquella época.
Un saludo
Nombre: Esteban Fernnández
Time: Domingo septiembre 4, 2016 at 9:38 am
Los comentarios están cerrados.