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Ha muerto Sentido Común

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“Sentido Común” ha fallecido

Ha fallecido un querido amigo de muchos de nosotros, estaba bastante mal de salud y no ha sobrevivido a las inclemencias de los últimos tiempos. Nuestro amigo Sentido Común que ha estado entre nosotros durante tantos años ha pasado a otra vida (antes se decía a mejor vida)

Alguien que sabe que a veces escribo, mal, pero escribo, tuvo la feliz idea de encargarme que escribiera unas palabras de despedida para su velatorio. Así que allá voy…

“Queridos todos. Nuestro entrañable Sentido Común nos ha dejado.

Era bastante popular, hace no demasiado tiempo todo el mundo había oído hablar de él y muchos lo conocíamos bastante.

Nadie sabe muy bien cuando nació pero nuestros padres ya nos hablaban de él.

                Llevaba tanto tiempo entre nosotros, estaba tan integrado en nuestras vidas y era tan discreto que apenas le prestábamos atención. Como con tantas otras cosas, nos damos cuenta de su valor cuando nos falta.

Será recordado por haber difundido enseñanzas como que hay que pensar en los demás, que hay que trabajar para vivir, que todos los días hay que leer un poco, que hay que estudiar, que no debemos gastar más de lo que ganamos… y frases como “la vida no siempre es justa”, “dos no discuten si uno no quiere”, “hablando se entiende la gente”…

Su salud empezó a fallar cuando nuestros políticos empezaron a aplicar reglas posiblemente bien intencionadas pero inútiles y empezaron a sobre-regularlo todo. Esto provocó bobadas como lo de decir todos y todas, bomberos y bomberas… y aberraciones como acusar de delito sexual a un chaval por darle un beso a una chica en el patio del cole o despedir a una maestra por regañar a un alumno indisciplinado.

Sentido Común empeoró cuando los padres empezaron a atacar a los maestros por hacer su trabajo de disciplina, cuando empezó a ser necesario un permiso especial para dar una aspirina o poner una tirita a un niño pero no informar que una alumna estaba embarazada con intenciones de abortar.

Empezó a perder las ganas de vivir cuando algunas religiones se convirtieron en negocios y cuando a los criminales se les empezó a tratar mejor que a sus víctimas.

El darse cuenta de que hay mucha gente reclama sus derechos –sin saber a que derechos se refiere- pero sin asumir ni cumplir sus obligaciones fue algo tremendo para el.

Pegó un gran bajón cuando se enteró de que no podemos defendernos de un ladrón que entre en nuestra casa pero en cambio el ladrón si nos puede demandar por agresión.

Los últimos casos de pederastia perpetrados presuntamente (cuantas vueltas para no decir las cosas como todos lo estamos pensando ¿verdad?) por religiosos, castigaron su precaria salud.

Sus defensas casi desaparecieron al descubrir la enorme magnitud de la  corrupción política que –aunque pensaba que existía- en ningún caso pudo imaginar que fuera tan grande. Descubrir que algún “honorable” que otro y muchos aprovechados de turno, se han estado repartiendo durante años el dinero -que ahora dicen que no hay-, nadie devuelve lo que ha robado y no pasa nada. Enterarse de que un pobre hombre que deja de pagar la hipoteca porque pierde el trabajo, le quitan la casa, le dejan en la calle y no pasa nada.

Pero lo que acabó con él fue la aparición de un nuevo partido político en el que unos personajes jóvenes arropados por una aureola universitaria que prometen aplicar una serie de “novedades sociales” copiadas de las “novedades sociales” de políticas autoritarias que fueron novedad hace cincuenta años. No me malentiendan, lo que acabó con él no fue la ligereza de argumentos de estos señores que, como todos –de momento-,  tienen todo el derecho de expresar sus opiniones. Lo que fue definitivo para su maltrecha salud fue el que estuvieran estos señores dando la paliza todos los días en la televisión siendo tema de conversación de barra de bar de todo el mundo.

Eso si fue un mazazo para él.

Dicen que los padres de Sentido Común eran Verdad y Confianza, les recuerdo vagamente. Últimamente casi nadie dice la verdad y casi nadie confía en nadie.

Desgraciadamente su familia no está aquí para honrarle, su esposa Discreción, su hija Responsabilidad y su hijo Raciocinio prácticamente están desaparecidos y los que ahora asumen su rol familiar, los señores Conozco mis derechos (pero no mis obligaciones), Otro tiene la culpa (por supuesto) y Soy una víctima de la sociedad (sin comentarios) no han podido venir”.

En el funeral casi no hubo nadie, muy pocos se enteraron de su desaparición. Rogamos honrar su recuerdo

Fco.J. Huerta (2014)

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