Querido Corrupto, antes de todo, explicarte que he puesto Corrupto con mayúscula deliberadamente ya que aunque reconozco que la corrupción forma parte de la vida social del ser humano, has llegado a la máxima expresión del término, al punto en el que es del todo inadmisible, al punto en el que hasta los más templados empiezan a pensar en la necesidad de hacer borrón y cuenta nueva, y eso, es muy peligroso.
Te tuteo porque para los que pertenecemos a “la vieja escuela” el uso del tratamiento de usted se indicaba para tratar con desconocidos y como señal de respeto y por supuesto, no cumples ninguna de las dos condiciones.
No te mereces este tratamiento porque entre otras cosas insultas a la inteligencia de todos, y concretamente a mi inteligencia, que casi con toda seguridad sea escasa comparándola con la tuya.
No te mereces ese tratamiento porque has perdido mi respeto.
Realmente no sé qué decirte, mejor dicho, no sé cómo decírtelo.
Es difícil no escribir lo que realmente escribiría porque si lo hiciera además de traicionar mi educación, me podría convertir en un sinvergüenza comparable a ti.
Decirte lo repugnante que resulta comprobar que alguien en quien se deposita no sólo la confianza, sino también los recursos de todos –cada vez más escasos-, dedica su talento en llevarse lo que no le pertenece y engañar para que no se note, para que no se sepa.
Por supuesto ésta carta no espera respuesta, porque como tristemente estamos comprobando un día sí y otro día también, los que están atrapando con “las manos en la masa” no se dan por aludidos.
Podemos escuchar insultos a nuestra inteligencia como: “…me ha tocado la lotería siete veces…” dijo uno, “… yo no sabía que mi marido había comprado esa finca…” dijo otra. Empiezo a pensar que realmente han conseguido idiotizarnos. A lo mejor es que siempre hemos sido idiotas.
En menor o mayor medida, has gestionado dinero que es de todos, pero la diferencia entre el político que hace política (para eso está) y Tú, Corrupto, es que una parte del dinero -que es de todos- lo has metido en tu bolsillo y posiblemente en el de otros de tu entorno al menos tan corruptos como Tú.
Gracias a los medios de comunicación nos estamos poniendo al día en artimañas tales como cobrar por permitir hacer cosas que no se pueden hacer, contratar servicios por precios más altos de lo que marca el mercado –por supuesto a empresas de amigos, familiares, etc.- , comprar terrenos, recalificarlos y repartirse la plusvalía al venderlos, promover leyes que benefician a corporaciones y casualmente entrar en sus consejos de administración o como asesores poco tiempo después, cobrar por trabajos que no se hacen, cobrar por cursos que no se imparten, hacer grandes construcciones sin importar si se van a explotar, y un montón de trampas más.
Los métodos son variados pero da lo mismo, tu objetivo consiste en traspasar el dinero de todos a los bolsillos de unos pocos mediante trucos y mentiras aunque para ello haya que tapar muchas bocas a base de más corrupción.
Supongo que habrás pensado en más de una ocasión algo así como: “…si no lo hago yo lo hará otro”, “… para cuando se enteren ya será demasiado tarde.”, “…a lo mejor no se enteran nunca.”
Pero resulta que esto que haces, querido Corrupto, es gravísimo. Contraviene la ética y la moralidad (puedes buscar estas palabras en el diccionario, no creo que sepas su significado) y va contra la Ley. Pero lo que es realmente grave –que también lo sabes, pero no te importa-, es que eres mucho peor que un ladrón, -no sé muy bien cómo se diría en términos legales-, pero como esto no es un texto legal, te diré que eres responsable de la muerte y la desgracia de muchas personas.
Eres responsable de accidentes de carretera, de accidentes laborales, de malos tratos, de atracos, suicidios, peleas… y del sufrimiento profundo de centenares de miles de personas.
No te preocupes, querido Corrupto, yo te lo explico.
El dinero que estaba en la caja donde metiste la mano, era el dinero que servía para hacer la vida de todos un poco mejor, más cómoda.
Era el dinero que millones de trabajadores aportamos a la sociedad a cambio de unos servicios.
Era el dinero que permitía que ningún niño fuera a la escuela sin desayunar. Ya está pasando en nuestro país. Era el dinero que permitía a un abuelo comer y obtener su medicación. Ya hay muchos que tienen que elegir entre morir de hambre o morir por falta de medicación.
Era el dinero, mi querido Corrupto, que servía para construir nuevos hospitales, pagar las medicinas que receta la Seguridad Social, pagar sueldos de médicos y enfermeras e incluso investigar.
¿Te has parado a pensar que el remedio contra el cáncer podría estar encerrado en la mente de una persona que no puede pagarse la educación universitaria?
Con ese dinero se cuidaban las carreteras, se reparaban medianas, baches y repintaban las líneas de señalización.
Ese dinero era para pagar profesores, la calefacción de las escuelas, policías, conductores de ambulancias, universidades, transportes públicos, pensiones… el dinero que has levantado, querido Corrupto era el que teníamos para pagar todo esto. Y lo sabías. Y no te importaba.
Estos años atrás había mucho dinero en la caja pública, tus rapiñas no se notaban mucho. Había tanto que aunque te quedases una parte, el resto de las cosas se podían ir pagando.
Pero llegó la “crisis”, querido Corrupto y ahora no hay tanto en la caja, si te lo llevas se nota. No hay bastante para taparles la boca a tus compinches, no hay suficiente para pagar
Con la falta de dinero público es cuando se está revelando la verdadera dimensión de tu delito.
La falta de dinero público está haciendo que la pintura de una carretera no se renueve con la frecuencia adecuada, un día de mala visibilidad una familia morirá en la carretera y será culpa tuya.
No habrá dinero para pagar suficientes ambulancias y un señor mayor morirá en su casa esperando que vengan a atenderlo. Porque ahora las ambulancias tardan mucho más que antes en llegar a los sitios y cuando llegue, este señor habrá muerto. Y será culpa tuya.
Si estás en activo, querido Corrupto, dirás que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.
Sigo. Como has robado dinero de la caja de todos, no habrá suficientes asistentes sociales para tratar adecuadamente el caso de una mujer golpeada y un día la encontrarán muerta porque no había recursos para más jueces, para más seguridad, para hacer un seguimiento del caso, para dedicarle más atención… no hace falta mencionar quien será el culpable de esta muerte, incluso si salieras por la televisión con cara de circunstancia.
Un día un hombre irá caminando por una calle oscura (no habrá dinero para farolas) y será asaltado. Nadie lo ayudará porque ya no habrá dinero para patrullas en aquella zona porque te lo has quedado Tu, querido Corrupto.
O quizás sí pase la patrulla, pero no se acerque porque no hay dinero para comprar chalecos antibalas… Tú dirás “que malos son los ladrones” y si volvieras a salir en la tele, posiblemente dirías que hay que acabar con la inseguridad ciudadana.
No voy a seguir abundando en el tema querido Corrupto.
Si no estás ya en la cárcel, esta noche, cuando te vayas a dormir, en tu casa de lujo en una urbanización que difícilmente podrías pagar si fueses honesto, quiero que pienses si vale la pena cargar con esta muertes e injusticias a cambio de rellenar sin medida una cuenta bancaria, unos restaurantes caros, un coche de lujo… Yo creo que no, pero como eres un Corrupto, de ti se puede esperar cualquier cosa.
Querido Corrupto, desearte que duermas bien mientras puedas, mientras a mucha gente de tu alrededor le han cortado la luz y el agua por no poderla pagar.
Por eso, lo único que me queda por decirte es que mereces mi más absoluto desprecio y espero que el de la Sociedad.
Francisco José Huerta (2014)