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Artículo de Luis Buitrago Peribáñez en La Andalucía de Ávila – Año I número 5

1982
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Artículos de Luis Buitrago Peribáñez en el periódico quincenal «La Andalucía de Ávila». Año I número 5 del 21 de abril de 1892.

Portada del periódico quincenal «La Andalucía de Ávila». Año I número 5 del 21 de abril de 1892
Portada del periódico quincenal «La Andalucía de Ávila». Año I número 5 del 21 de abril de 1892

Arenas de San Pedro – Datos Históricos

Verificada en el año de 711, por instigación de los enemigos del Rey D. Rodrigo, la invasión de los árabes en España, y librada la batalla de Guadalete, tan aciaga para las armas cristiana y para la persona del mismo Rey, que en ella perdió la vida, fue tal el pánico que se apoderó de los Godos y tan débil la resistencia que opusieron a los invasores, que a los tres años, casi toda la península se encontraba sometida a los sectarios de Mahoma. Puede, por consiguiente, asegurarse que ellos dominaron mucho tiempo en esta comarca, por lo menos hasta la reconquista de Toledo por el Rey D. Alfonso VI en el año de 1085, y no es aventurado suponer que a sus especiales conocimientos agrícolas debamos la formación de las feracísimas huertas de Ramacastañas que pueden pasar por modelos de cultivo. Además, como recuerdo de los árabes tenemos en esta jurisdicción el Camino de la Mora Encantada y en lo alto de Gredos la Plaza de Almanzor: denominaciones que ofrecerían bonito pie para que una imaginación meridional forjara algunos cuentos por el estilo de los de las mil y una noches.

Pero no toda la península quedó subyugada al empuje de los sarracenos, que allá en las montañas de Asturias se refugiaron algunos cristianos y proclamando por Rey a Pelayo en el año de 718, dieron principio a la obra de la reconquista con la portentosa victoria de Covadonga, en la que solo mil hombres derrotaron a sesenta mil sarracenos.

No es mi propósito referir las vicisitudes y progresos de esta guerra titánica que por la Patria y por la Religión sostuvieron los españoles en el transcurso de siete siglos, únicamente haré constar que en ese tiempo y a medida que avanzaban las conquistas se fueron creando los nuevos municipios, las nuevas provincias, los nuevos reinos, y que como los pueblos y sus magnates merecían bien de la patria por su denodado esfuerzo en combatir al tenaz enemigo, los Reyes consideraron como una obra de justicia recompensarlos y alentarlos con bienes y honores, en términos que de este tiempo, datan los bienes de propios de los pueblos, los fueros municipales y los privilegios de la nobleza.

Hechas estas indicaciones, bien puede asegurarse que este pueblo de Arenas, se condujo como bueno y se distinguió brillantemente en la obra de la reconquista, pues fue muy querido de los Reyes como lo demuestra el considerable número de privilegios y confirmaciones que en el transcurso de aquellos tiempos debió a la munificencia real. Nada menos que cuarenta conservaba en su archivo en el año de 1546 según el inventario que obra en el archivo de la casa de los Excmos. Duques de Pastrana, cuya copia obra en mi poder, pero como aquel riquísimo archivo de Arenas haya desaparecido en las vicisitudes que más adelante hemos de referir, y como el indicado inventario sea muy ligero, únicamente podremos ocuparnos de algunos documentos que se conservan originales o duplicados en dicha casa, remitiendo al curioso lector al archivo de Simancas, donde indudablemente se encontrarás todos los antiguos privilegios de esta villa, entre los que aparece indicado uno concedido por el Rey D. Fernando IV en 17 de agosto era de 1302 años, sin que queramos decir que sea este el más antiguo, pues en aquel inventario se comprende bajo un solo número, un envoltorio de privilegios y confirmaciones de la villa de Arenas con 24 escrituras, sin detallarlas, y entre ellas es probable que las hubiera de fecha anterior a la antes indicada.

De todos modos es indudable que, procediendo de Norte a Mediodía el empuje contra los sarracenos, el concejo de Ávila, que tanto se distinguió en su lucha con ellos, mil veces renovada, luego que los arrojara de puertas abajo, formaría tenaz empeño en hacer suyo este pueblo que está al pie de la sierra, y en conservarle como base de ulteriores conquistas: que no de otro modo se explica el hecho histórico de depender esta villa de Arenas del Concejo de la ciudad de Ávila, a pesar de la distancia de trece leguas que separa ambas poblaciones.

En comprobación de esto, vamos a transcribir la carta del Concejo de la ciudad de Ávila, fecha 8 de abril de 1312 años, haciendo ciertas concesiones a los vecinos de Arenas. Dice así:

“Conoscida cosa sea a todos los homes que esta carta vieren como nos el Concejo de Avila, por facer bien e merced a los muy leales varones que son e serán en el Concejo de Arenas, e por muy grandes servicios que rescebimos de vos, damos vos y otorgamos vos que podades poner viñas y facer huertas y linares, e que podades haber dehesas para vuestros ganados los que y tenedes, o tobieredes daqui adelante, en tal manera que no lo tomedes en logar do fagades daño a las cañadas e a las carreras, e que sea en la cañada que va del Pico contra los veneros y que torne por el Avellaneda, y asi como torna el lomo de la canaleja y da en la Callejada, e como sube Guisando arriba contra la sierra y así como desciende las aguas de la sierra ayuso, e de aquí adelante lo que labraredes, e lo que y fisieredes que lo hayades libre e quito para vos y para los que vinieren después de vos, e este donadío y libre carta fue dada y otorgada Domingo ocho días de Abril en concejo en era de 1312 años (que fue el año 1274 del nanimiento del Salvador)”.

A pesar de esta donación, tan amplia como merecida, no faltó en los años sucesivos quien invadiera los terrenos concedidos a los vecinos de Arenas, que con los que son buenos y sufridos cualquiera se atreve; por lo que el Rey D. Alfonso XI tuvo que expedir en su favor la Real carta que dice así:

“D. Alfon por la gracia de Dios Rey de Castilla etc. Etc. A los Alcalde y alguacil de la cibdat de Avila que agora son, o serán de aquí adelante, y a los Alcaldes y alguacil de Arenas, lograr y término de la dicha cibdat, o a cualquier o a cualesquier de vos que esta nuestra carta fuere mostrada, salud y gracia. Sepades que el Concejo deldicho lugar de Arenas se a nos enviaron querellas y dicen que el Concejo de la dicha cibdat que les dieron términos ciertos…segund que todo esto mas cumplidamente se contiene en una carta escrita en pergamino de cuero y sellada con el sello del dicho Concejo de Avila que el Concejo de Arenas nos envió mostrar… e agora dicen que hay algunos caballeros y escuderos y otros homes poderosos en la dicha cibdat y en su término que les entran y toman algunos de los dichos términos y heredades… y les pasten los pastos y prados con sus ganados por fuerza contra su voluntad, y les pasean contra la dicha carta sin razón y sin derecho, como no deben, e en esto que resciben agravio e pierden mucho de lo suyo; e enviaron nos pedir mercet que les mandásemos dar nuestra carta en como pues el dicho concejo de la dicha cibdat les ficieran ayuda y bien y les dieran los dichos términos que les fuesen guardados, según que el dicho concejo gelos diera y les fuera guardado hasta aquí, e nos tovimos lo por bien…” (sigue la Real carta amparando a los vecinos de Arenas y conminando con ciertas penas a los contraventores, y está dada en Alcalá de Henares a 18 días de Marzo era de 1383 años, que fue el año 1345 del nacimiento de nuestro Salvador.

Todavía fue preciso que el Rey don Pedro estando en Valladolid en 20 de Julio era de 1389 años (que fue el 1351 de la era cristiana) expidiera una Real carta confirmando las que quedan transcritas: cuyos originales existen en el archivo de los Duques de Pastrana desde el año de 1867 en que fueron segregados del archivo de los Duques del Infantado antiguos señores de esta villa.

Y concluyo por hoy con una advertencia: que todo lo dicho tiene perfecta aplicación a los lugares de Poyales, Guisando, Hornillo, Arenal y La Parra que entonces estaban enclavados dentro de la extensa jurisdicción de esta villa y dependías de la misma.

Luis Buitrago y Peribáñez.

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